La familia decidió comprar un cachorro de mastín tibetano, una raza de color negro y de gran tamaño.
El hecho de que el animal comiera todos los días una caja de frutas y dos cubos de fideos o su talento para andar sobre dos patas fueron algunas de las claves para que la familia se diera cuenta de que su perro era en realidad un oso negro asiático que ha llegado a pesar 113 kilos.