Todos los humanos, como la mayoría de mamíferos, están genéticamente preparados para digerir insectos.
Las personas que abogan por añadir insectos a la dieta humana pueden estar volviendo a los usos de sus ancestros distantes. Basado en un análisis de los genomas de 107 especies diferentes de mamíferos, científicos de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos, concluyen que nuestros antepasados -pequeñas criaturas peludas que corrieron alrededor de los pies de los dinosaurios hace 66 millones de años- eran en su mayoría comedores de insectos.
Los científicos dedujeron esto porque los genes para las enzimas que permitieron a estos ancestros primitivos de todos los mamíferos digerir insectos todavía están presentes en casi todos los genomas de mamíferos en la actualidad. Incluso, animales como tigres y focas que nunca tocarían un insecto tienen piezas no funcionales de estos genes en sus cromosomas, traicionando la dieta de sus ancestros antiguos. La evidencia genética corrobora las conclusiones a las que llegaron los paleontólogos años atrás en función de las formas de los fósiles y los dientes de los primeros mamíferos. «En esencia, estamos mirando los genomas y están contando la misma historia que los fósiles: que creemos que estos animales eran insectívoros y luego los dinosaurios se extinguieron. Después de la desaparición de estos grandes reptiles carnívoros y herbívoros, los mamíferos comenzaron a cambiar sus dietas», dice este experto.
El hallazgo podría arrojar luz sobre otras funciones desempeñadas por estas enzimas, llamadas quitinasas, que se encuentran no solo en el intestino sino también en las glándulas salivales, el páncreas y los pulmones, donde pueden estar involucradas en el asma. Emerling y sus colegas Michael Nachman, profesor de Biología Integrativa y director del Museo de Zoología de Vertebrados de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, y Frédéric Delsuc, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) y la Universidad de Montpellier en Francia, informaron sobre sus hallazgos en la edición digital de este miércoles en la revista Science Advances. Emerling es actualmente investigador postdoctoral en Montpellier que trabaja en el proyecto ConvergeAnt.