La formación conservadora afronta ese proceso intentando evitar la división interna y rodeada por las peticiones de los críticos del partido, que reclaman un debate ideológico profundo, el contraste de proyectos y que se escuche a las bases.
Frente a la amenaza de que la lucha por el poder provoque una guerra entre los pesos pesados del PP (Alberto Núñez Feijóo, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, que no han oficializado su candidatura), Rajoy ha avanzado que no intervendrá para decantar el pulso. Él no será como José María Aznar, que le designó como heredero en 2003. «No voy a señalar a nadie con el dedo ni a vetar a nadie. No voy a influir ni condicionar vuestra libre elección. No tengo sucesores ni delfines», ha dicho Rajoy.