Wilmer Arias tiene ahora veintiocho y ha pasado de estar postrado en una cama a poder desplazarse en una silla de ruedas. Arias, natural de Guatemala, quedó tetrapléjico a los nueve años como consecuencia de una bala perdida en su columna vertebral. La lesión le provocó una ulcera incurable. En su país le dijeron que su caso «no tenía solución» hasta que una enfermera le habló de Pedro Cavadas.