Según recoge la sentencia, el condenado utilizó a lo largo del año 2013 la numeración de tarjetas bancarias reales para generar nuevas, «dotándolas de apariencia de veracidad con la incorporación en las mismas de los datos de filiación de personas reales».
Una vez disponía de las tarjetas simuladas, compraba vía on line billetes de avión por encargo que luego ponía a disposición de los viajeros a un importe inferior al de la compra, «con la plena intención de obtener un beneficio patrimonial ilícito por el importe de los billetes emitidos en cada uno de los casos, en los que logró que las operaciones de compra fueran admitidas».
El condenado, domiciliado en la localidad madrileña de Parla, llevó a cabo los hechos juzgados a lo largo del año 2013. A una primera víctima logró cargarle en cuenta 2.784 euros de dos billetes de avión con destino Colombia, utilizando para ello la tarjeta de crédito de una titular que «en ningún momento autorizó la operación». El sujeto revendió luego ambos billetes por un importe de 1.900 euros.
A partir de esa primera operación, siguió utilizando idéntico procedimiento en compraventas posteriores. A juicio del tribunal, los hechos son constitutivos de un delito continuado de estafa y otro de falsificación de tarjetas de crédito o débito, con la concurrencia de una atenuante relativa a «dilaciones indebidas» en el procedimiento.