Estos números convierten a España en el país de Europa que más pajitas consume por habitante y año. Y es que, aunque solo se usen unos minutos, sus consecuencias para el medio ambiente pueden ser devastadoras: ya que tardan hasta 500 años en descomponerse y causan daños a pescados y mariscos. La asociación ecologista ha solicitado a la ciudadanía que deje de consumirlas y al Gobierno, que materialice una ley donde se prohíba su venta.