Aunque admiten que el alzhéimer no puede ser calificado como enfermedad profesional, pues se desconoce su origen, el tribunal sí considera que existe una “gran probabilidad” que los síntomas de demencia que padece el empleado se deban a su contacto con los productos químicos y pesticidas con los que trabajó durante casi 40 años. Lo que permite reconocerle la prestación que le corresponde por enfermedad profesional.