Cuando llegan las estaciones más frías, como el otoño o el invierno, la exposición a la luz solar es menor. Los días se acortan, las bajas temperaturas provocan que pasemos mucho más tiempo en lugares cerrados y todo esto puede hacer que aparezca el Trastorno Afectivo Estacional (TAE).
Según expertos este trastorno también es conocido como depresión estacional. Suele aparecer durante el otoño y el invierno, y «presenta unos síntomas similares a la depresión». Cuando llega la primavera o el verano, estos tienden a desaparecer.
Las sensaciones habituales que suelen acompañar al Trastorno Afectivo Estacional son la «tristeza, astenia, irritabilidad y, en ocasiones, una mayor necesidad de consumir hidratos de carbono, como por ejemplo dulces». Esto produce cambios en el ritmo de sueño, altera el apetito y puede provocar que aparezca la ansiedad.
Las causas del Trastorno Afectivo Estacional (TAE) todavía no están claras. De hecho, puede haber muchos factores que influyan en su aparición. Sin embargo, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha alertado sobre que la población no suele llegar a los requerimientos mínimos de vitamina D que está, «involucrada en la síntesis de la dopamina y serotonina del cerebro»
De hecho, hasta el 40% de las personas adultas en España no logran sintetizar la vitamina D que necesitan y que la pueden obtener a través de la exposición solar. Este porcentaje es mayor cuando hablamos de personas de más de 65 años
A pesar de todo esto, es posible afrontar el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o reducir las posibilidades de que aparezcan sus síntomas.
Realizar ejercicio físico: debe hacerse al aire libre, ya sea caminando o corriendo.
Llevar una dieta equilibrada: aunque la tendencia sea escoger los alimentos más dulces o con mayor contenido en grasas poco saludables, elegir frutas de temporada e introducir alimentos ricos en vitamina D puede ayudar.
Mantener una rutina de sueño: acostarse y levantarse siempre a la misma hora permite crear una rutina de sueño. Además, se recomienda no dormir menos de seis horas ni más de ocho.
Si los síntomas son muy intensos, dificultan la realización de las actividades diarias, favorecen el aislamiento o causan un gran malestar, es conveniente acudir a un psicólogo. De esta forma, este profesional realizará un diagnóstico sobre si se trata del Trastorno Afectivo Estacional (TAE) para iniciar el tratamiento que sea más acertado.