Los próximos meses podrían convertirse en claves para amortiguar la capacidad expansiva del virus, dado que estaremos en la fase de transición hacia el verano. Esta es la conclusión de un informe elaborado por el Servicio Meteorológico de Cataluña y el Hospital Clínic de la Universidad de Barcelona. El estudio asegura que la capacidad de expansión de la pandemia se deduce a la mitad a partir de temperaturas medias mensuales por encima de 20 grados.
Eso sí, el estudio señala que es probable que el aumento de la temperatura y de la humedad ayuden a una reducción del riesgo de contagio indirecto, pero «no disminuirá significativamente el riesgo de contagio directo de persona a persona». «Las medidas de protección individual, por lo tanto, se deberán mantener», señala el trabajo científico. «Nuestro comportamiento individual y colectivo, siguiendo las medidas básicas de higiene y protección recomendadas, es el factor más importante, ahora mismo, para reducir el riesgo de contagios. El calor y el sol ayudarán, pensamos, pero por sí solos no reducirán bastante significativamente la transmisión del Covid-19», rematan los autores del informe, elaborado a partir de la recopilación de otros estudios preliminares.
El estudio cita el trabajo de Araujo y Naimi (2020) que identifica una franja óptima entre los tres grados negativos y los 15 positivos de temperatura media mensual, en la que se da la máxima probabilidad de expansión del virus. A partir de los 15 grados, su capacidad de respuesta expansiva comienza a «disminuir claramente».
Otro factor que podría ser importante, según el estudio, y que va ligado a la segunda mitad de la primavera y en verano, es el aumento del índice de radiación UV, que puede tener un efecto de reducción en la viabilidad y persistencia del virus en determinadas situaciones.