El Museo Guggenheim contribuye a purificar el aire de Bilbao. En concreto, sus campañas gráficas de exterior han recibido un tratamiento especial, basado en el principio natural de la fotocatálisis, por el que se produce un efecto purificador en el aire comparable al que realizan los árboles.
Así, tanto la gran lona que anuncia las exposiciones en la fachada del Museo, como las banderolas sobre la muestra de Olafur Eliasson, colocadas en algunas de las principales calles de Bilbao, o el tranvía que se personalizará con un vinilado integral, serán tratados con esta tecnología, desarrollada en colaboración con la NASA. Este tratamiento produce una reacción química por la luz solar, que convierte el oxígeno y el vapor de agua de la atmósfera en agentes limpiadores de contaminantes también bacterias, mohos y malos olores.
Con ello, el impacto actual de las acciones de comunicación exterior del museo podría equipararse al efecto de renovación del aire de más de 700 árboles.
