El 29 de octubre es el Día Mundial del Ictus, una fecha que este año ha querido dedicarse a incidir sobre la importante prevalencia que tiene esta enfermedad neurológica en todo el mundo -1 de cada 4 adultos mayores de 25 años sufrirá un ictus a lo largo de su vida- y sobre la trascendencia de prevenir activamente esta enfermedad cerebrovascular para reducir el significativo número de casos nuevos que se producen cada año –hasta un 90% de los casos se podrían prevenir con un adecuado control de los factores de riesgo modificables de esta enfermedad-.
El ictus es la segunda causa de muerte en la población española y la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto.
Los hábitos de vida saludables ayudarían a reducir significativamente -entre un 80 y un 90%- el número de nuevos casos de ictus. La SEN acaba de publicar el documento “Recomendaciones de la Sociedad Española de Neurología para la prevención del ictus. Actuación sobre los hábitos de vida y la contaminación atmosférica”, con consejos sobre hábitos saludables para evitar el desarrollo de esta enfermedad.
Los pacientes con COVID-19 tienen ictus más graves que aquellas personas que no padecen la infección y el riesgo de muerte o dependencia en pacientes con ictus y con COVID es hasta 4 veces mayor que en los no COVID. Haber padecido un ictus aumenta tres veces el riesgo de fallecer por COVID-19.