El Día Internacional de la Enfermería se celebra el 12 de mayo con motivo del nacimiento de Florence Nightingale (1820-1910). Una celebración, hoy, con un significado más relevante, si cabe. La pandemia nos ha evidenciado la importancia de proteger los servicios públicos, columna en la arquitectura del estado social.
La ciudadanía sabe la importancia de la sanidad pública. La vocación de los servidores públicos es incuestionable, no solo ahora sino a lo largo de toda su historia. Pero, ciertamente, esta pandemia ha hecho emerger la infradotación de la salud pública en recursos humanos y económicos, cuyo efecto disminuye la igualdad de oportunidades entre la ciudadanía. ¿El por qué? Es obvio.
Se las han ingeniado, sin recursos, para que las personas no fallecieran solas y para acompañar a las familias
Si en España, según Eurostat, por cada 100.000 habitantes hay entre 5 y 6 enfermeras, la media de la UE se sitúa entre 8 y 9. Estamos hablando de personas de alta cualificación y profesionalidad. Tanto, que 8.000 de nuestros enfermeros y enfermeras han sido reclamados por países de nuestro entorno.
A lo largo de esta pandemia, la implicación personal y profesional de los y las enfermeras se ha visto tensionada. Se las han ingeniado, sin recursos, para que las personas no fallecieran solas y para acompañar a las familias, sufrimiento y preocupación que se trasladaba también a su propia situación familiar.
A pesar de su alto conocimiento y práctica sanitaria, su posición ha aparecido en muchas ocasiones subordinada a otras profesiones
Su profesión es fundamental. El cuidado del conjunto de la sociedad en sus procesos de salud y enfermedad es un valor añadido para toda nuestra comunidad.
Resulta paradójica su invisibilidad social. A pesar de su alto conocimiento y práctica sanitaria, su posición ha aparecido en muchas ocasiones subordinada a otras profesiones. Sin embargo, es un agente troncal junto con otros profesionales, como los auxiliares sanitarios o los facultativos, entre otros.