El confinamiento de los mayores en residencias geriátricas en la primera ola y la imposibilidad de acceder a hospitales y servicios de salud fue una de las causas que más influyó en las altas tasas de letalidad. Tuvo mayor virulencia en Asturias, Madrid, Cataluña y Castilla-La Mancha. Por su parte, Navarra con una tasa de 1,51 y Euskadi, con una de 1,54 se mantuvieron pordebajo de la media estatal, que se situó en el 1,59.
Es lo que ha indicado un estudio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, que pone en evidencia las «inconsistencias y diferencias» en las tasas de letalidad entre comunidades en la primera ola cuando apenas se hacían pruebas diagnósticas y había una infradeclaración de los casos.