En vísperas del 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco -el 13 de julio-, y días después del recuerdo de la liberación de Ortega Lara, la sociedad vasca camina hacia el futuro sin perder la mirada del pasado.
En una Euskadi donde el ruido de sables solo suena en el amargo recuerdo de la población más veterana, la metralla y el plomo son ya sombras del pasado. Pero las flores dispuestas en el cementerio de Ermua desde 1997 no olvidan aquellos dos disparos que hirieron de muerte al civismo de este país. Estos desgraciados aniversarios llegan con el giro de una izquierda abertzale arrepentida, y en una sociedad de la inmediatez donde el poso y la memoria se las lleva el viento. ¿O no? Hemos salido a la calle para preguntar a Bilbao sobre el asesinato de Blanco y el secuestro de Ortega Lara.
Respuestas que, con el conocimiento de unos y el desconocimiento de otros, contestan a unos hechos que nunca debieron suceder.