El puente de Castrejana se alza sobre el río Cadagua, uniendo los márgenes de los municipios de Barakaldo y Bilbao. Este puente medieval, construido entre 1435 y 1436 por el maestro Pedro Ortiz de Lequeitio, tiene una historia cargada de misterio, amor y leyendas. Durante siglos, fue crucial para el Camino Real, la ruta que conectaba Bilbao con Castilla a través de Balmaseda y el Valle de Mena. Por él pasaban artesanos, comerciantes, peregrinos con destino Santiago de Compostela.
Aunque su estructura es simple, con un solo arco de medio punto hecho de sillares de piedra arenisca, este puente ha sido testigo de importantes momentos históricos. En 1836, durante la Primera Guerra Carlista, fue escenario de intensos combates entre las tropas de Baldomero Espartero y los carlistas. Sin embargo, la fama del puente no se debe solo a su rol en la guerra o a su arquitectura medieval, sino a las leyendas que han perdurado a lo largo de los siglos.
El puente del diablo
Uno de los relatos más conocidos es el que lo vincula con el diablo. La leyenda cuenta que una joven, desesperada por reunirse con su amado, vendió su alma al diablo a cambio de un puente que la ayudara a cruzar el Cadagua. El demonio debía acabar el trabajo durante la noche, antes del canto del gallo o del amanecer. Cuando el puente ya casi estaba terminado, la joven se arrepintió. En ese momento, el gallo cantó y el diablo, enfadado, huyó. Gracias a este canto, la joven pudo salvar su alma y cruzar el puente para encontrarse con su amado.
Otras versiones de la leyenda mencionan a pequeños geniecillos vascos, los mikolases, quienes, en lugar del Diablo, se encargaron de pasar los sillares de piedra, construyendo el puente en una cadena humana. Así, el puente de Castrejana sigue siendo, hoy en día, un símbolo de amor, magia y la mitología vasca.