Ser de Bilbao no es solo una cuestión de geografía, es una forma de vivir y contar historias. Empezamos con un dilema que solo aquí puede ser motivo de conversación: ¿bilbaíno o bilbaino? La Real Academia Española prefiere la tilde, pero muchos de Bilbao defienden el diptongo, porque si algo caracteriza a esta villa es su pluralidad.
En el siglo XVIII, Bilbao ya era un adelantado. Tanto que se castigaba la ingratitud por ley. ¿Te prestaron sal y no lo agradeciste? Podías acabar en problemas legales.
Hablemos del escudo de Bilbao, donde se pueden apreciar dos lobos. No es un capricho, sino un homenaje a la Casa de Haro, que fundó la villa y formaba parte de su propio escudo de armas familiar. Se dice que por el apellido López -en latín, lupus, del que se deriva su apellido Lope o López-. Solo que en ese caso los lobos aparecían con corderos en la boca y en el de Bilbao se decidió no incluir esto.
Si paseas por la Plaza Nueva, imagínatela convertida en una piscina gigante. El 5 de agosto de 1872 la Plaza Nueva se inundó para celebrar una fiesta veneciana durante la visita de Amadeo I de Saboya. Los presentes se disfrazaron de venecianos y navegaron en góndolas. Pero esta no fue la única fiesta acuática en Bilbao. En 1879, Bilbao celebró una espectacular fiesta inspirada también en las ceremonias venecianas. La ciudad representó la boda del Dux con el mar Adriático. Al caer la noche, el Dux y su séquito subieron a góndolas decoradas con farolillos y un imponente bucentauro. A este desfile se sumaron embarcaciones que simbolizaban a nobles venecianos, embajadores y músicos, mientras la ría se iluminaba con miles de luces.
El evento culminó en Uribitarte con fuegos artificiales y un globo aerostático, premiando además a la góndola más espectacular.
La creatividad también está en nuestras calles: la tipografía bilbaína, nacida de estelas funerarias, dio identidad a las letras comerciales del siglo XX.
Y como aquí nos gusta desmontar bulos, vamos allá. Desde hace relativamente poco corre la leyenda de que si tocas el lomo de los seres alados del puente de la Merced tendrás buena suerte en general y en el amor en particular. La layenda suena muy bien, pero es falsa. Todo surge a raíz del Día de los Santos Inocentes de 2012, cuando la Asociación Bilbao Historiko se inventó esta historia. Lo cierto es que consiguieron lo que buscaban: convertirlo en reclamo para los turistas. Pero oye, quién sabe, ¿y si lo hacemos y realmente da suerte?
Finalmente, ¿qué sería de Bilbao sin sus dulces? La carolina y el bollo de mantequilla son más que postres: son parte de nuestra historia. La primera nació para una niña; el segundo, para conquistar el paladar más exigente. Aquí, hasta el azúcar tiene carácter.