Bilbao Basket continúa cuesta abajo y sin frenos en la Liga Endesa. Los hombres de negro, que llegaban al choque con la esperanza de revertir su mala racha, mostraron su versión más floja ante un Lleida que, con energía renovada y dos debutantes acertados, castigó con contundencia las carencias del equipo bilbaíno. El marcador final de 84-66 refleja no solo la diferencia en el juego, sino también en la confianza y el estado anímico de ambos equipos.
Parecía que la victoria ante el Cholet en la FIBA Europe Cup había dado un respiro a los de Jaume Ponsarnau. El míster apuntaba antes del encuentro que el equipo estaba superando el bache, pero en la pista se evidenció lo contrario. La mínima anotación de la temporada y un rendimiento colectivo muy por debajo de lo esperado dejan al cuadro de Miribilla en una situación alarmante, empatado con el Breogán en penúltima posición y solo un paso por delante del Girona, último clasificado.
Hlinason y poco más
En el plano individual, únicamente Hlinason logró mantener un nivel aceptable. Y así es imposible. De Ridder y Frey aportaron algo de chispa, pero el resto del equipo, especialmente los llamados a liderar, mostraron una preocupante falta de frescura e ideas.
El primer cuarto fue el único momento en el que el Bilbao Basket dio muestras de querer competir, logrando un parcial de 0-9 que les puso brevemente por delante. Sin embargo, los catalanes respondieron con contundencia y cerraron el primer acto con una ligera ventaja (18-20) que marcó el camino del desastre que estaba por venir.
El desplome definitivo llegó tras el descanso. Sin soluciones desde el banquillo y con un ataque deslavazado, el Bilbao Basket se quedó sin respuesta ante el alegre y efectivo juego de los locales. Los parciales fueron demoledores, y cada intento de reacción por parte de los de Ponsarnau chocaba contra una defensa ilerdense bien plantada y un ataque en el que las ideas fluían.
Cambios drásticos
Esta derrota no solo duele por lo abultado del resultado, sino porque deja en evidencia la falta de energía y liderazgo en un momento crítico de la temporada. Con cambios recientes en los banquillos de Breogán y Girona, el Bilbao Basket parece condenado a tomar decisiones drásticas si quiere evitar que el descenso se convierta en una amenaza real. Ahora bien nadie dice que eso vaya a solucionar nada. De hecho, en muchas ocasiones es peor el remedio que la enfermedad. Lo que está claro es que el equipo tiene que espabilar ya.
Cinco derrotas consecutivas son un golpe duro para cualquier equipo, pero la sensación de impotencia mostrada en Lleida va más allá de los números. El Surne Bilbao Basket necesita más que ajustes tácticos; requiere un cambio de mentalidad y recuperar la confianza perdida si quiere mantenerse con vida en la élite del baloncesto español.