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El castillo construido por Paulino Astorgano en su huerta, ubicado en el barrio bilbaíno de Rekalde, cerca de la Alhóndiga de Gaztelondo, ha sido finalmente limpiado y restaurado gracias a José, un vecino del barrio. Gracias a la noticia publicada recientemente en Radio Nervión y a la repercusión que ha generado, se ha retirado la vegetación que lo cubría, permitiendo que la construcción recupere su esplendor original. Ahora, los vecinos y visitantes pueden admirar cada detalle de esta obra singular, que vuelve a brillar como antaño.
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Aroa, hija de Paulino Astorgano, ha querido compartir unas palabras sobre la restauración del castillo: «Siempre no ha estado así. Mi padre falleció hace cuatro años y lo hemos mantenido menos estos últimos meses. Nosotros trabajamos a turnos, ya no vivimos en Rekalde y aunque nos da mucha pena no hemos podido atenderlo como se merece«. Además, ha expresado su gratitud hacia la persona que ha realizado esta limpieza: «Darle las gracias a la persona que lo ha limpiado. Nosotros intentaremos ponerlo al día lo antes posible». También ha destacado la gran respuesta de la comunidad: «No nos imaginábamos que tuviera tanta repercusión. Hemos recibido mucho cariño y gente ofreciéndose a ayudarnos. Lo agradecemos mucho». Por último, ha compartido su alegría por el significado que la obra de su padre tiene en el barrio: «Nos hace muy felices que la gente del barrio lo considere ya como un símbolo«.
Un castillo con historia
La historia de este castillo comienza con una conversación entre Paulino Astorgano y el difunto alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna. En ella, Azkuna le habló sobre la existencia de un antiguo castillo en los altos de Rekalde, cerca del actual campo del Iturri. Según relató, este castillo era uno de los lugares favoritos de un antiguo rey, quien solía pasar allí sus tardes de verano.
Fascinado por esta historia, Paulino decidió reconstruirlo con sus propias manos. Con escasos recursos, dedicó más de dos años a levantar la estructura, poniendo todo su empeño, esfuerzo e ilusión en cada piedra.
La historia del castillo de Paulino Astorgano demuestra cómo las pequeñas iniciativas personales pueden convertirse en parte fundamental de un barrio. Gracias al esfuerzo colectivo, esta joya arquitectónica ha sido rescatada del olvido y seguirá formando parte de la identidad de Rekalde.