
Ayer vino a visitarnos a la emisora de Radio Nervión Julián Barbosa, un colombiano que llegó a Bilbao hace casi seis años, y que ha vivido una auténtica aventura cultural. Originario de Bogotá, decidió mudarse a Euskadi en lugar de a Córdoba, donde tiene familia, y desde entonces se ha enamorado de la ciudad, su gente y, sobre todo, de su cultura.
«Todo comenzó como un reto personal, pero creo que ha sido la mejor decisión que he tomado«, nos cuenta Julián. Aunque su llegada a Bilbao fue inicialmente en solitario, pronto trajo consigo a sus dos hermanos y su madre, quienes también se han adaptado rápidamente a la vida en la ciudad y comparten su entusiasmo por la cultura vasca.
Uno de los mayores desafíos para Julián ha sido aprender euskera. «Lo llevo poco a poco, poliki poliki», dice entre risas. Aunque el idioma le parece complicado, su esfuerzo por integrarse se nota, sobre todo cuando recuerda la primera palabra que escuchó en euskera: «Agur».
«No cambio Bilbao por nada»
A pesar de su cariño por Bilbao, Julián no olvida su tierra natal. «Echo de menos Colombia, pero aquí me ha conquistado la tranquilidad y todo lo que se vive en Bilbao. No lo cambio por nada», afirma con una sonrisa.
En cuanto a la gastronomía, Julián se ha rendido ante los platos típicos vascos. «Me encantan las alubias, el chuletón y la merluza», señala, aunque también destaca que la bandeja paisa de Colombia siempre tendrá un lugar especial en su corazón.
Aunque no es un gran aficionado al fútbol, la pasión de los bilbaínos y bilbaínas por el Athletic Club le ha contagiado. «Aquí, en Bilbao, la pasión por el fútbol es algo impresionante. Aunque no soy un fanático, no puedo evitar sentir la emoción», comenta.
«Hay que abrirse a nuevas culturas»
Además de disfrutar de la cultura local, Julián ha utilizado sus redes sociales, donde cuenta con casi 53.000 seguidores, para mostrar la cultura vasca. «Siempre he querido que los extranjeros busquen una integración. Hay que abrirse a nuevas culturas y dar ese paso, ahí está el verdadero crecimiento», explica.
Con un jefe euskaldun que le enseña el idioma en su trabajo en Ugao, Julián sigue aprendiendo cada día y consolidando su vínculo con Bilbao. Su historia es un ejemplo de integración, pasión por la cultura y, sobre todo, de amor por una ciudad que ha hecho suya.