
Los kioscos han marcado durante décadas el ritmo de calles y plazas, convirtiéndose en puntos de encuentro y referencia. Sin embargo, el declive de la prensa en papel está obligando a muchos a cerrar. La información digital y los nuevos hábitos de consumo han desplomado las ventas hasta niveles insostenibles.
En Derio, el kiosco Hernando no ha podido resistir más. Tras casi 20 años, los hermanos Víctor y Yolanda han bajado la persiana definitivamente. La venta de periódicos ha caído un 50%, y la pandemia agravó la situación cuando los bares dejaron de comprar ejemplares para sus clientes. «La gente mayor sigue leyendo periódicos, pero las generaciones de ahora no los leen», lamenta Víctor, quien, junto a su hermana, ha dado vida al kiosco durante casi dos décadas.
Pese a las dificultades, recuerdan con cariño el trato diario con la gente, que les ha hecho sentir el apoyo del barrio. También evocan los duros inviernos y la rutina de resistir el frío con «buen calzado y una chamarra».
El cierre cambia por completo sus vidas. Aunque querían aguantar unos años más, la realidad les ha obligado a dejarlo. Ahora, Víctor (53 años) y Yolanda (50 años) abandonan los madrugones antes de las 5 de la mañana para centrarse en el cuidado de sus padres. «Más adelante, ya veremos», dicen con incertidumbre, pero también con la satisfacción de haber sido parte de la vida de Derio durante tantos años.