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Los piratas no son solo cosa del Caribe: estos fueron los más temidos de Bizkaia

Descubre las historias de los navegantes vascos que aterrorizaban los mares
Los mares del Cantábrico y del Atlántico fueron testigos de los piratas vascos. / Wikipedia

Cuando pensamos en piratas, a menudo imaginamos el Caribe, con sus islas exóticas y aventuras llenas de tesoros ocultos. Sin embargo, la piratería y el corso estuvieron extendidos por muchos otros rincones del mundo, y Europa no fue ajena a estos temibles corsarios. Los mares del Cantábrico y del Atlántico fueron testigos de la valentía, y también de la ferocidad, de los piratas y corsarios vascos.

Corsarios y piratas

Antes que nada, conviene aclarar los conceptos de corsario y pirata. Aunque en esencia la actividad sea la misma, los corsarios eran “legales”; se ajustaban a una serie de formalidades, recogidas en las cartas de marca o en las patentes de corso que los monarcas otorgaban a los capitanes de las embarcaciones. Consistían en permisos para saquear barcos enemigos, una actividad controlada por las autoridades. Por otra parte, la piratería se practicaba al margen de los ordenamientos legales.

Algunos hitos históricos del corso vasco

Ya en 1304, los piratas vascos se echaban a la mar para asaltar barcos mercantes. En un primer momento, los piratas y corsarios actuaban hasta el Canal de La Mancha, en Inglaterra; pero poco a poco fueron extendiéndose hasta el norte de Europa, las costas americanas y las costas de Berbería en el norte de África. San Sebastián y Hondarribia fueron las dos principales plazas corsarias de la península ibérica en el siglo XVII.

El señorío de Vizcaya contaba nada menos que con 77 buques corsarios. Obviamente, la población vasca no era tan numerosa como para llenar todos esos buques, por lo que se solía recurrir a levas.

Los piratas de Bizkaia más temidos

Antón de Garay, un audaz pirata del siglo XVI, operaba principalmente en las rías gallegas, desde Corcubión hasta Ribadeo, donde saqueaba cualquier barco que se acercara. Sus acciones valientes le ganaron fama, aunque finalmente fue capturado en A Coruña. Tras ser juzgado y comprobarse sus delitos, fue condenado a muerte y ejecutado en esa ciudad el 30 de octubre de 1509.

Pedro de Larraondo, fue un mercader de Bilbao que se convirtió en corsario, destacando como uno de los primeros en su tipo. Tras ser víctima de saqueos catalanes, optó por convertirse en pirata, sembrando el terror en el Mediterráneo durante el siglo XIV. Finalmente, los catalanes hicieron un pacto con los moros para eliminarlo. Existen diversas versiones sobre su captura: algunos afirman que los barceloneses lo entregaron a los moros, mientras que otros sostienen que fue un barco árabe del Sultán quien lo apresó. El Sultán le ofreció perdón a él y a su tripulación a cambio de convertirse al Islam, pero Larraondo rechazó la oferta y fue decapitado.

Otros piratas vascos

No fueron pocos los piratas vascos de temida fama. Lope de Aguirre, apodado El Loco o El Tirano, fue uno de los corsarios vascos más crueles. Puso rumbo a Perú en busca de El Dorado, donde se ganó una oscura fama gracias a su violencia y crueldad.

Otro ejemplo es el vasco francés Michel Etchegorria, apodado Michel le Basque, quien sembró el terror en las costas del Caribe a mediados del siglo XVII. Según cuentan, tenía por costumbre arrancar el corazón de sus víctimas y comérselo cuando aún palpitaba.


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