
Afrontaba el Athletic el partido ante el Rayo con medio ojo puesto en el choque del jueves con el Rangers. Es por eso, que Valverde tiró de la unidad B para afrontar el envite ante los madrileños. A nadie sorprendió el baile inicial del conjunto de Íñigo Pérez que tuvo la primera ocasión de gol a los 30 segundos del pitido inicial. Una primera parte en la que el equipo de «La franja» fue superior, y en la que los leones vieron como un penalti de Vivian sobre Álvaro adelantaba a los visitantes. Un penalti de aquella manera, porque ahora parece que sí se pitan aunque el jugador haya rematado previamente. Y digo parece, porque a Unai Gómez le hicieron uno similar ante el Villarreal que no fue señalado.
El 3-1 ante el Rayo Vallecano, tras un primer tiempo complicado, mantiene al equipo de Valverde con seis puntos de colchón sobre el Villarreal y nueve sobre el Betis en la carrera por la Champions. Y lo más simbólico: Oihan Sancet firmó el gol número 5.000 del Athletic en Liga. Casi nada.

El partido no comenzó con buenas noticias para los rojiblancos. El Rayo salió sin complejos, y ya en el primer minuto Pedro Díaz encendía las alarmas con un disparo que obligó a reaccionar. Djaló, muy activo en su regreso, también probó fortuna con un par de intentos, mientras Unai Gómez y Guruzeta tuvieron las primeras respuestas locales. Sin embargo, la jugada que desestabilizó el plan bilbaíno llegó tras una intervención del VAR: penalti por una falta de Vivian sobre Álvaro García. Simón paró la pena máxima, pero el rechace quedó servido para que Pathé Ciss hiciera el 0-1. Tocaba remar.
Pico y pala
Y se remó, vaya si se remó. Tras el descanso, Valverde agitó el árbol con la entrada de Maroan y Sancet. Djaló avisó con un disparo cruzado, y poco después llegó el empate: penalti por un agarrón claro de Espino sobre Maroan, y Sancet, con sangre fría, puso las tablas desde los once metros.
El segundo gol fue una obra maestra de estrategia y talento. «Gilicorner» con pillería entre Galarreta y Nico Williams, y el zurdazo del menor de los hermanos fue un poema directo a la escuadra. San Mamés se vino arriba con ese 2-1, y el Athletic no levantó el pie.
Jauregizar, protagonista silencioso pero determinante, siguió imponiendo su físico y lectura del juego. De sus botas nació una jugada que terminó en córner, preludio del segundo tanto. Luego, ya en los minutos finales, llegó la acción que selló la noche perfecta: contra conducida por Sannadi, asistencia medida y derechazo de Sancet para el 3-1. Golazo, historia, y delirio. El número 5.000. Un símbolo de lo que está construyendo este equipo.
La única nota negativa fue la lesión de Iñaki Williams, que tuvo que abandonar antes de tiempo. Pero ni eso empañó una noche de alegría y convicción.
El jueves espera el Rangers en Europa.