LA OPINIÓN de Iker Fernández

Hoy puede ser un gran día

Bilbao Basket está a 40 minutos de su primer título continental
Bilbao Basket
Plantilla de Bilbao Basket / Radio Nervión

Plantéatelo así, que diría Serrat. Lo reconozco no he dormido nada, y por eso ando por la redacción bostezando como un león en la sabana. La culpa la tienen los hombres de negro y el partido de esta tarde (19:15 horas) en tierras griegas ante el PAOK de Salónica en el partido de vuelta de la final de la FIBA Europe Cup. La renta de siete puntos con los que los bilbaínos visitan el infierno griego del PAOK Sports Arena se me antoja escasa, pero menos da una piedra.

Los de Ponsarnau hicieron los deberes en Miribilla y ahora tienen la difícil empresa de competir, y competir bien, en un feudo harto complicado. Ya sabemos cómo se las gastan los nuestros cuando juegan a domicilio y no es precisamente nada halagüeño, pero si hay un partido en el que debemos ver la mejor versión del equipo es éste. ¿Quién nos dice que la olla a presión de la cancha helena no motiva más que nunca a los nuestros? 

Decía que no he dormido nada y es que mi cerebro no dejaba de dibujar un marcador en el que los guarismos iban de un lado al otro, como en el tenis, con resultados a veces esperanzadores y a  ratos decepcionantes. En esa especie de duermevela en la que solemos caer y en la que a modo de bucle repetimos la misma historia una y otra vez. Supongo que me preocupa el marcador que llevamos, los 8000 griegos descamisados del rival, o las desconexiones a las que nos tienen acostumbrados los de Ponsarnau. Sea como fuere, estoy convencido de que el equipo va a dar el resto y que el míster ha preparado la pizarra para que sus hombres luzcan como nunca.


«Lo que está en juego no es solo un título europeo, que ya de por sí es mayúsculo, sino también un golpe de autoestima para una ciudad que vive el baloncesto con una pasión muy especial.»


Ganar hoy en Salónica sería confirmar que este equipo ha crecido, que ha madurado, que ha aprendido a sufrir sin perder el norte. Y eso, créanme, no se mide en puntos ni estadísticas. Eso se llama carácter. Ese que tantas veces hemos echado en falta y que ahora, por fin, parece aflorar en los momentos clave. Lo que está en juego no es solo un título europeo, que ya de por sí es mayúsculo, sino también un golpe de autoestima para una ciudad que vive el baloncesto con una pasión muy especial.

No sé qué pasará esta tarde. Tal vez volvamos con la Copa o tal vez no. Pero lo que sí tengo claro es que si los hombres de negro lo dan todo en la pista, si no se arrugan ante el rugido heleno, si no dejan que los fantasmas del pasado les nublen el presente, habrán ganado mucho más que un título. Habrán ganado el respeto. El nuestro, el de Europa, y sobre todo, el suyo propio.

Así que, aunque no haya dormido (deseadme suerte que salgo a las 12 de la noche), aunque me tiemblen las piernas más por los nervios que por el cansancio, sé que esta tarde vamos a estar a la altura. Porque esta historia merece un final feliz. Estos tíos se lo han ganado. Quién sabe, igual mañana la redacción no duerme… pero de alegría.


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